Escuela de fantasía
¿Qué tiene que ver la fantasía con nosotros hoy? Me refiero a la de los niños, a la fase de juego cognoscitivo que va antes de la fase de conocimiento que se adquiere en la escuela, en la familia y en sociedad. La lectura inspiradora (y divertida) de una recopilación actual de antiguas reflexiones titulada Escuela de fantasía ha hecho hacerme la pregunta.
Gianni Rodari que trabajó toda su vida con niños escribió que la fantasía a diferencia de las fantasías es una dimensión de la realidad y no un escape. En el mundo tecnológico de máquinas, aparatos y cacharros que habita todos los rincones de nuestra vida llevo tiempo oyendo hablar de la creatividad como el último privilegio exclusivamente humano. Leer que en los 70 (los artículos son de esa época) se preocupaba por la imaginación dentro del carácter tecnológico de su sociedad porque además de coches, teléfonos y electrodomésticos… había pantallas con imágenes (la televisión) hace sonreir: es la constatación de que medio siglo después tampoco somos tan originales en lo que envuelve a “lo tecnológico”.
Pero volviendo a la fantasía, leo: “Mediante la fantasía puede entrarse en el corazón de lo real tan a fondo como mediante la ciencia”.
Es, explica Rodari, entrar a la realidad a través de una ventana en lugar de a través de una puerta. La puerta es la que utilizaría el conocimiento.
Personalmente siempre había pensado que el método científico era un mundo aparte. Pero un buen día entre los documentos que estaba investigando para mi doctorado sobre innovación (¡qué casualidad!) descubrí que había una numerosa tradición de autores que creían que la creatividad y la ciencia no se oponen. Sino que la ciencia necesita la libertad de combinar hipótesis de la creatividad para formular esas hipótesis.
Usando la figura visual de la venta y la puerta de Rodari: diríamos que el científico tiene que saber entrar por la ventana (aplicando la imaginación al estudio de las combinaciones) en la misma medida que debe saber entrar por la puerta (clasificando, midiendo y experimentando).

¿Pero no es el planteamiento basado en datos y en información la puerta con la que pretendemos saber hoy trabajar la incertidumbre? En una conferencia virtual reciente escuché a uno de los ponentes hablar de la inteligencia artificial como la herramienta moderna para la incertidumbre, con la función que para los clásicos ocupó la filosofía: explicar la complejidad del mundo, de la empresa en este caso. El caso es que como las asociaciones son caprichosas, la interpretación contemporánea del siguiente párrafo de Escuela de fantasía me llevó de nuevo a la utilidad de la imaginación: “la capacidad de formular hipótesis no es fruto de una simple preparación matemática, sino de la imaginación aplicada al estudio de la realidad (…) [El científico] Tiene que saber suponer, por ejemplo, fuerzas todavía desconocidas. Ha de afrontar lo desconocido a base de tentativas. El papel de la imaginación en la consecución de los vuelos espaciales me parece evidente. “
En fin, Escuela de fantasía me ha recordado que hay mucho que los niños pueden enseñarnos.
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