¿Eres original?

«The cup of tea», André Derain (1935)

Ser original tiene mucho que ver con dejar mandar nuestra personalidad. Algo que se cumple tanto en las relaciones personales como profesionales. Pero también ocurre en la creación artística, en el diseño de productos novedosos y en el lanzamiento de proyectos innovadores.

Que medie la personalidad es algo bueno y malo a la vez. Esencialmente esto ocurre por dos tipos de relaciones importantes. La relación que tengamos con los seguidores o quienes vayan a ser nuestra audiencia. Y la relación que mantengamos con las otras personas o proyectos originales que nos hayan precedido o sean contemporáneos a nuestras acciones.

Por ejemplo, un temor corriente entre algunos emprendedores es el de hacer lo que ya se ha hecho antes. El miedo a repetir el tema. Así es habitual la creencia de que la originalidad solo se consigue mediante el aislamiento. Que la mejor manera de ejercer esa individual visión de la vida es el blindaje frente a otras corrientes novedosas pasadas y presentes. Fue Edith Wharton quien hace casi un siglo enseñó que la originalidad era algo más que dar con una nueva manera. La lección que dejó a los novelistas de ficción es aplicable hoy a la generación que ha inventado Internet:

“… (el novelista actual) corre el peligro de quedar atrapado en un círculo vicioso, pues la demanda insaciable de producción rápida tiende a mantenerlo en un estado perpetuo de inmadurez {el temor de hacer lo que se ha hecho antes] y la aceptación maquinal de su mercancía le anima a pensar que es inútil perder el tiempo estudiando la historia de su arte o reflexionando sobre sus principios (…) que la “originalidad” puede verse perjudicada por una meditación demasiado extensa … y por una frecuentación demasiado intensa del pasado.”

“No cabe duda de que en estos tiempos de “aceleración” general, la teoría de la “inspiración” es seductora incluso para los que no buscan el triunfo fácil (…) La imaginación creativa puede sacar un gran partido de poca cosa siempre y cuando permanezca suficiente tiempo en el pensamiento y se reflexione. (…) Un buen corazón roto proporcionará… un considerable número de novelas al novelista. Pero tienen que tener un corazón capaz de romperse.”

Pero en mi opinión la experiencia más importante que Edith Wharton dejó escrita fue la que se refiere a cómo aprender a escuchar otras ideas:

 “Su impulso, primero, será o bien rehuirlos [las grandes obras de los otros], con el peligro de empobrecerse, o dejar que su naciente individualidad se pierda en la suya; pero gradualmente [el novelista que busca la originalidad] verá que tiene que aprender a escucharlos, a tomar todo cuanto pueden darle… y luego volver a su tarea con la firme decisión de ver la vida sólo a través de sus propios ojos.”

¡A ser originales!

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