Desactivando mitos en la innovación

Las dificultades más importantes para entender la innovación y aprender a ser innovador son las abundantes narraciones ilusorias. Es un tema no menor hasta el punto que empiezo mi clase sobre innovación con tres mitos: los que personalmente considero más dañinos. Los libros sobre emprendedores e innovación contienen una excelsa colección de delirios populares en torno a la innovación (puedo recomendar el libro de Scott Berkun). Pero los tres mitos que voy a comentar a continuación tienen la relevancia de ser los que más han aparecido en mi trabajo. Por algo será.
Mito 1 – Las 100 ideas
Los diseñadores o “design thinkers” afirman que la forma de tener una “buena idea” es tener cientos de ideas.
Mis dudas se asientan en una simple observación: ¿hay alguna encuesta ya sea informal o formal que demuestre la veracidad del método de las 100 ideas? ¿A cuántos de los grandes innovadores les has oído decir que la gran idea que un día tuvieron salió de una sesión de “brainstorming”? ¿Puedes imaginar que la bombilla de Edison, el iPhone de Jobs, el Tesla de Musk o servicios como Airbnb, Uber o Spotify hayan seguido ese proceso?
Un sencillo y revelador ejercicio que puedes hacer en tu empresa es el siguiente. Dibuja una manzana. Se trata de dibujar tantas manzanas diferentes como sea posible en diez o quince minutos. Alguien dibuja en un papel una tabla de siete filas por cinco columnas. Ahora el resto de personas toma el papel por turnos. Cada persona debe rellenar una fila de celdas con ideas para nuevas manzanas. Una manzana nueva por celda. Si la persona no tiene más ideas puede pasar el turno a su compañero. Si tu equipo tenía siete personas con una única hoja has obtenido 35 ideas. Si juntas tres equipos de siete ya tendrás 105 ideas. Ahora bien ¿cuántas manzanas realmente diferentes hay?
Ciertamente, lo único que sabemos del origen de la innovación es que si bien no podemos conocer con precisión de dónde vienen esas buenas ideas, dos de las fuentes principales son los problemas (su resolución) y los cambios (tecnológicos, sociales, cambios de hábitos y valores). Es decir, hay un contexto que una tormenta de ideas no nos puede dar.
Mito 2 – La ilusión de la última tendencia
La pregunta que más se hacen los emprendedores es esta: ¿cómo puede mi startup estar por delante de las tendencias tecnológicas?
El problema es que esa no es la pregunta adecuada. Hace algunos años hice un descubrimiento ciertamente interesante. Realicé una investigación informal (sin carácter científico) entre las ideas de startups que se creaban cada año. Resultaba que la temática cada año variaba al ritmo de la ola tecnológica de ese momento. Así en 2005 lo que se llevaba era crear una plataforma de blogs. En 2008 fueron las redes sociales. En 2010 clubs de venta de ropa. En 2011 el tema más caliente para crear una startup pasó a ser las webs de cupones diarios. En 2012 fue cuando se crearon más startups relacionadas con el comercio de productos frescos. Y sigue.
Esto no era óbice para que otras innovaciones y startups hicieran justo lo contrario, convirtiéndose en verdaderas innovaciones. El ejemplo que más me gusta mencionar es el que se refiere al uso de “low-tech” o tecnología básica para proporcionar servicios de banca a clientes sin cuenta bancaria. También una tecnología similar, muy alejada de lo que normalmente llamaríamos “avanzada”, es la encargada actualmente de distribuir de forma segura medicamentos en regiones donde el acceso es difícil como es el caso de Africa.
Mito 3 – El cliente “irracional”
El caso más famoso de innovación de nuestro tiempo que ha atribuido su repetido fallo (durante los últimos treinta años) a que “el cliente no lo entiende” es el trabajo en remoto. Pero ¿tiene el consumidor final voz sobre el producto que le estamos pidiendo que use?
Es sabido y cierto que los avances tecnológicos hacen que la vida de la gente sea mejor. Es especialmente evidente en aplicaciones que en el pasado eran privilegio de unos pocos y en cambio hoy están accesibles a mucha gente. ¿Habría algún usuario “irracional” que no quisiera disfrutar de las sensaciones del entretenimiento en su propia casa, lo que cuatro siglos antes solo el rey Jacobo I de Inglaterra tenía cuando Shakespeare y su compañía Los hombres del rey actuaban para él en privado? Claro que no, por eso en 2017 más de cuatro mil millones de personas se divierten en casa bajo demanda a través de su smartphone, tablet o TV. Otro caso maravilloso es la herramienta más eficaz de obtener respuestas rápidas. ¿Quién sería tan “irracional” como para no usar un buscador de Internet cuando está a mano en todos los smartphones y tener así el conocimiento instantáneo que hace dos mil años estaba reservado a los ricos aristócratas del Imperio romano, los únicos que podían “comprarse” un esclavo al que llamaban “nomenclator” y que tenía por función recordar a su amo nombres y acontecimientos importantes?
Sin embargo trabajar en remoto, siendo un avance tecnológico de la misma categoría, en el sentido de extender a los empleados la comodidad y flexibilidad de jornadas que antes los jefes tenían, no tiene la misma percepción positiva entre aquellos que deberían usarlo. Esa percepción es la respuesta que debería preocuparle al verdadero innovador. Podría ser que los destinatarios del trabajo remoto lo que de verdad quieren es no perderse la charla de la máquina de café. Lo cual no solo es entendible sino una expresión muy racional del usuario. Y sin embargo, en los ojos del creador del programa de trabajo a distancia el cliente es el que se comporta de forma “irracional” al no querer usarlo. Gritará: ¿Quién se cree que es? Mascullará para sí: ¿Cómo es el usuario tan estúpido para no tomar el valor que “he puesto” en esta innovación?

A modo de conclusión esta lista contiene algunos rituales y misticismos. Mi sugerencia es que los escribas en un trozo de papel y lo quemes durante el solsticio de verano. Yo tomo una lista similar y repito la ceremonia cada año. Puedes creerme.
Solsticio de verano – lista para quemar
- Fuera el brainstorming
- Dentro los marcos de innovación y el contexto
- Fuera las modas y las olas
- Dentro los problemas relevantes
- Fuera la arrogancia hacia el cliente
- Dentro el sentido de percepción
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