Innovar: Una metáfora

A grandes rasgos innovar es como tener un bebé porque siempre añade algo. Habrá algunos disruptores, pero la mayoría darán pequeños pasos
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Foto: La persintencia de la memoria. Salvador Dalí (1931)

Estos días ando preparando nuevo material para mis cursos. Recopilo ejemplos atractivos. Desecho otros que se han quedado viejos. La actividad más dura y satisfactoria a la vez es encontrar aquellos ejemplos que desarmen las capas de complejidad que recubren los conceptos más complejos. Por ejemplo: innovar. ¿Qué es innovar?

He buscado una metáfora sencilla para explicar el relato del concepto innovar. Es este:

El acto de innovar es una actividad especial. Innovar es dar a luz una vida totalmente nueva. Desearás del retoño que cambie el mundo. ¡Que sea un gran “disruptor”! Solo existe un puñado de esos grandes ejemplos en la historia de la humanidad. La mayoría de las innovaciones son únicamente “buenas cosas”. Y eso está bien. Nuestra sociedad necesita todas esas buenas cosas.

En otras palabras: la innovación siempre añade algo. Por eso la innovación es diferente a otros cambios. La innovación es impacto (recomiendo leer el artículo de Juan Sobejano). Los conceptos que mayor empatía nos producen son las ideas de innovaciones disruptoras o revolucionarias, esas alteraciones con impacto que cambian la historia del hombre. Pero nuestro pasado, presente y futuro está hecho de muchas innovaciones incrementales. Hemos vivido una existencia feliz gracias a la suma de pequeñas metamorfosis. Y eso es bueno.

Innovar. Una metáfora
Innovar. Una metáfora

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