La cocina tecnológica

Antes de finalizar 2013 me pasé por un nuevo espacio de encuentro con ideas innovadoras y tecnología, creado por Microsoft, en el centro de Madrid (un espacio efímero, que sólo estuvo disponible un cierto número de días), y pude ver una impresora 3D trabajando. Pero lo que más me impresionó no fue que una fábrica se puede convertir en un concepto portátil (cabe en tu habitación), sino descubrir que ni el precio, ni el manejo, ni la accesibilidad son ninguna barrera para poder usar las impresoras 3D AQUÍ (España) y HOY (año 2014).
El aparato en cuestión ocupa poco más o menos lo que una impresora de papel ligera. El modelo que vi es hasta bonito. La manera de demostrar su funcionamiento fue curiosa. Mientras nos explicaban el proyecto se “hacía” el plato con el que se presentaba una nueva creación culinaria.
Jose Ramón Tramoyeres (arquitecto) es el diseñador, y prueba variaciones en materiales y artilugios que luego incorpora o modifica en la impresora. Paco Morales (chef con estrella Michelín) es el que decide los platos e ingredientes más adecuados.
El funcionamiento de la impresora 3D es sorprendentemente SENCILLO.
Por un lado está el diseño 3D, que se hace con programas parecidos a Autocad. Aquí es donde gente como Tramoyeres muestra su pericia. Luego otro programa traduce el diseño en el lenguaje que usa la impresora. Aprendí que se pueden hacer cambios en ciertas piezas de la impresora. Jose Ramón y Paco, por ejemplo, han usado la misma impresora para hacer una pieza de vajilla única y original, que para hacer un postre con chocolate o aguacate. La vajilla se hace con un material plástico (son hilos que se compran en bobinas) que se funde con calor. Pero también se puede eliminar uno de los elementos mecánicos de la impresora y trabajar así con materiales tan peculiares como el chocolate.

Y aquí viene mi sorpresa. La impresora 3D se puede comprar por 2.500€ en una empresa de Madrid llamada Ultra Lab. Aparentemente no hay grandes dificultades técnicas. La mayor parte de los modelos tienen el hardware y el software en código abierto. Además, por si alguien piensa que está muy bien que haya impresoras, pero que lo difícil es compartir con otros “maker” y conseguir inspiración, en esta parte de Europa resulta que hay un laboratorio, JustMake Madrid, que abrirá (si no lo ha hecho ya) un espacio para trabajar la cultura de “makers”. (Todavía no he oído una traducción a español de la palabra “maker”.)
Hubo gente experta que hizo preguntas más técnicas. La charla fue bastante amena.
—
Relacionado:
—