La diferencia entre una buena idea y una mala idea

¿Por qué hay malas ideas que no parecen tan funestas, después de la comparación con otras buenas ideas?
Un ejemplo al vuelo: un buscador automático de Internet, que a diferencia de Linkedin, no sólo almacena los perfiles de candidatos a ofertas laborales, sino que es capaz de averiguar, de forma científica, qué profesionales tienen la experiencia y habilidades demostradas para el puesto.
Esta situación es más común de lo que podríamos pensar.
Buscar ideas innovadoras, que sean buenas para nuestro negocio, implica a su vez una acción de descarte. A lo largo del proceso de brainstorming vamos a quedarnos con unas ideas y desecharemos otras, las “malas”.
Pero distinguir entre una idea buena y una idea mala no es igual que hablar de blanco frente a negro.
He aquí tres maneras de seleccionar ideas:
Por sus atributos higiénicos.
Podemos decir que, de forma básica, toda buena idea cumple las cuatro reglas siguientes:
- Resuelve un problema.
- Es aplicable.
- Es relevante.
- Es entregable.
Pensemos, por ejemplo, en una solución para pagar con el móvil en comercios. Esta idea será interesante siempre que no obligue al consumidor a hacer las mismas y excesivas gestiones, o a pagar más comisiones, que a través de una oficina bancaria.
Pero que una idea resuelva un problema, sea aplicable, relevante y entregable no es condición suficiente para hacerla favorita en nuestra lista de ideas a emprender. Esta calificación provisional, a buen seguro, sufrirá cambios en función de quién realiza la selección.
Los emprendedores de su propio negocio contemplan ideas con las siguientes características:
- Original y novedosa.
- Tecnológicamente avanzada. Un ejemplo es la tendencia SoLoMo [SocialLocalMobile].
- Rentable o sostenible en el tiempo.
Para los emprendedores dentro de la empresa, los criterios son diferentes:
- Existe un mercado grande que demanda la idea
- Hay un margen apetitoso.
- Se ha probado con clientes.
Finalmente hay otro factor (ajeno a esta selección), para mí el más importante, que poco tiene que ver con lo tangible.
Cuánta pasión tiene el emprendedor y cuánto cree en esa idea.
Estoy hablando de aquello de lo que está hecho un emprendedor, esa mezcla de carácter, intuición e inteligencia que resulta tan difícil de explicar.
Este corto animado que he encontrado en Internet resume de forma muy elocuente lo que acabo de decir. Las aventuras del mini-emprendedor (The Adventures of the Mini-entrepreneur, versión original en inglés):
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