A veces es bueno no escuchar al cliente

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Estoy leyendo El dilema del innovador. Este libro es un clásico de cabecera de todo innovador, cuya idea viene a decir lo siguiente:

las empresas que desarrollan tecnologías disruptivas son compañías de un solo éxito; y se quedarán fuera en la siguiente ola disruptiva.

Parte de la culpa la tiene el cliente, porque su poder para con la cartera de productos de los que es consumidor bloqueará cualquier alternativa de productos con funciones diferentes.

Dicho de otro modo:

Los clientes aborregan las empresas; por tanto, no puede haber innovación sin desobediencia al cliente.

 Y algo de cierto sigue habiendo en estas ideas, más de quince años después, cuando pienso en estos tres casos de empresas en horas bajas que un día (no muy lejano) fueron líderes por su tecnología.

Empiezo con Blackberry, en el apartado de móviles corporativos, cuyo liderazgo ha sido arrebatado por los smartphones, en versión IOS y Android, que han sabido combinar otros atributos para el usuario profesional en un teléfono personal.

En el ámbito de la publicidad online, Yahoo, su motor de búsqueda ha capitulado frente a empresas como Google y Facebook que ofrecen otras funciones diferentes al mercado vertical de negocios.

O la derrota de Kodak y su tecnología de mejora de imagen digital frente a la disrupción de las redes sociales móviles e Instagram, donde lo importante no es la calidad de la imagen, sino la impresión particular de cada autor.

 

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